¿Otoño-Invierno?
Por todo lo que he visto hasta ahora de Cibeles, la señorita diosa-plaza-fuente tiene que estar un poco destemplada, porque a juzgar por sus prendas de color (y dolor…) parece que nos muestra su guardarropa para el próximo verano.
Y es que el (agua de) tónico general para esta venidera temporada, es el color sobresaturado y desaturado a tonos pasteles, la mezcla de los mismos y también los clásicos más autumnales como el gris, negro y blanco metamorfeados en cuadros y pata de gallo.
¿Es esto una premonición o cuanto menos, una seña de la esperanza en cuanto a la crisis y su tizne haraposo?
Isabel Mastiche
De todas las posibles formas, empezaré por aquella en la que Cibeles muestra su reflejo en el espejo más EGO-latra. Reflejo enmarcado en un espejo romántico pero con formas volum-voluptuosas rozando lo barroco-có. En su placa, puédese observar la signatura de Isabel Mastache. Y a mi juicio (de Paris), me decanto por ella por su belleza, que no por su comodidad o funcionalidad.
Y es que con una paleta, bastante suave pero de pigmentación múltiple Mastache parece inspirarse en el folklore de muchas culturas, para desvelarnos casi esculturas de cuento (sea visto el momento brazo d“el hombre de hojalata”). Pero el volumen esculpido también se manifiesta en una forma más fetichista bajo los ángulos de los sombreros que se hibridizan en máscara.
Esta compenetración entre folklore pastel con aires románticos dan a la colección unos aires inocentes dentro de la complejidad que conciernen.
Y es que la hibridación, quizás sea la palabra clave de esta colección neobarroca que navega entre las aguas de la escultura fraguada con “la prenda”. Entre las aguas de una cultura, y la de otra. La del complemento y la del completo.
Y es que seguro que nuestra queridísima Róisín Murphy apostaría por estos modelitos arquitectónicos, aunque en un modo más naïf.
Una auténtica pena que no sea nada ponible, ni siquiera para ciertos eventos…