Bienvenus, wellcome, bienvenidos, benvinguts:
He aquí un elemento diferencial del espacio-tiempo que trata absolutamente de nada. Pero donde no hay nada, tiene lugar de todo, aunque todo no valga. Dediquemonos con delicadas o extravoltaicas formas de aristocracia: no hay nada más democrático que el placer.

martes, 27 de julio de 2010

Photograph-arts: David Lachapelle

Ya era hora de presentar un nuevo capítulo dentro de lo que en mi opinión puede ser una gran novela, Photograph-arts.

Capítulo 2: “En el que la lujuria de colores retuercen un barroco hipersaturado para proclamarse neo-barroco-có”

Ante David Lachapelle, probablemente cualquier otro fotógrafo resultará austero; no se me ocurre una manera más resumida de presentarlo.

Con esto y con un curriculum photografae de lo más vario pinto que abarca desde retratos, publicidad, editoriales de revista o que toda celebrity parezca matar por una de sus fotos; ya apetece echar un ojo. Sin embargo, toda reseña es estrecha si lo comparamos con que es el hijo predilecto del mismísimo Andy Warhol. Bendición que potencia a la enésima lo anteriormente dicho.

Miraremos sus fotos y encontraremos agradándonos y no: colores de plástico, saturación y brillo de minar capaces cualquier retina y una apología rococó instauradora de su propia estética kitsch.

Y en esa herencia estarán las características warholianas del color y el pop a toda costa, además de una hermandad a posta o no con los francesitos Pierre&Gilles en cuanto a la plastificación, imaginería y artificialidad.epidemru-photo04-2003n19

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Usando como nexo estas dos últimas fotos, cabe señalar que en mucha de sus fotografías hay cierto erotismo escondido entre las marañas de su estética per sé. Por eso quizás, ante el monstruo de las sacudidas grotescas, el erotismo se vuelve totalmente incómodo.

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Estamos ante un neobarroco ligado casi de forma absoluta a lo formal construyendo una estética decadente basada en cimientos de sobredosis de color, de personajes imposibles o de escenas delirantes. Y el culmen llega cuando la pava ruana, que no la real, despliega el plumaje de las composiciones extra-sobrecargadas:

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“Además de todo esto, yo soy una mujer que adora la estética, me encanta Rubens, me encanta el barroquismo… ¡Qué bonitas esas figuras! ¡Qué bonitos esos dorados!”, Lachapelle parece tener cierta fijación por los espejos y sus efectos:

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Y ha de confesar ese fetichismo por lo urban 80’s que ya se deja notar por ejemplo en el video “Can’t Hold Us Down” de Christina Aguilera que él mismo dirigió.

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Ya lo había comentado, muchísimas celebrities han pasado por la cámara de Lachapelle: Desde Tori Amos a Björk pasando por la Madonna. No sólo la ha fotografiado sino que en principio iba a ser el encargado de dirigir el vídeo de “Hung up”. Y gracias doy a que no fuera así: Vale que “Hung up” se enmarcara en una estética 70era, pero al parecer Lachapelle la quería llevar a unos extremos aún más urbanos e incluso al punto “documental”. ¿Una suerte de “Can’t Hold Us Down 2”?. Pero la Ciccone no es tonta y metió el hipertaconazo taladrador por desencuentro de ideas… ¿o él a ella?

Sin embargo, la pareja perfecta para Lachapelle es, cómo no, Lady Gaga. Ambos neobarrocos, ambos kitsch. La forma por la forma. Aunque en este sentido, hay que decir que la Lady Gaga se está refinando hacia lares no tan vacíos.

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¿Y qué fue de aquellas piedades, crucifixiones o últimas cenas? Estos temas estrellas no podían dejar de ser rescatados, aunque sí que es poco frecuentado por David:NatashaVojnovic-Rafael-JesusIsMyHomeboy-DavidLaChapelle-iD2003Sept-zob

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David Lachapelle, no viene de la terra del Salvador Dalí, del sucrealisme; pero en muchos de sus retratos se desprende ciertas reminiscencias. Y en mi opinión, aquí se encontrarían sus composiciones más líricas como esta de Alexander McQueen y su musa Isabella Blow:

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O esta con un juego compositivo entre lo maniquí y una diagonal barroca con juego destornillantes de tamaño a lo Alicia. Sólo que en vez de Alice, tenemos a Liv Taylor:

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Y para qué guiñar a Dalí, pudiendo hacer referencias a Magritte que es mucho más indie…

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Y ante estas fotografías ora divertidas, ora relajadas… os re-planteo un extracto mucho más taquicárdico, empalagoso y pringoso, llegando a lo repulsivo, la gala más neobarroca de Lachapelle:

 

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viernes, 9 de julio de 2010

Palabras con alto contenido pop: Maniquí

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Caminando, más bien huyendo del constante goteo nebular, volvíamos Madame D’Azur y yo del café decadentista de La Regenta. Y huyendo yo también me encontraba de que D’Azur me dijera que parecía un maniquí. ¿Això que ès? Una puuuuurquería.

Y de la calle Menéndez a la LIbreros, y de aquella comparación este post.

Vorágine de imaginería asaltaba mi cabeza. No me había percatado, pero esta palabra empezaba a borbotar en forma de las performances de la marquesa de Mag, reminiscencia de Sara Montiel; de los análisis (vectoriales) que podemos hacer a los escaparates del Zara, de bailes pseudo-escultóricos. Toda una sarta de superficialidades, tan divertida como surrealista. Casi tanto como acabar despidiéndote diciendo “balan, las ovelles”.

Todo empezó tras el secuestro musical de aquel bar entre lo pureta y lo alternativo hará ya, cosa de un año. Disponer de Spotify fue un gran botín. Era el cumpleaños de my wife y no podíamos hacer menos: hacer gala de nuestros modelitos helénicos, cabareteros o a lo gansta.

Marquesa de Mag, movió hilos, y de la hilandería salió el hilo musical… “Maniquí” de Sara Montiel. La performance improvisada no pudo tener más éxito.

Por otra parte, si nos paramos a analizar la letra de la canción… ¡molt fort!

Cambiando de tercio, o de cuarto; ¿qué opinión os merece la postura de los maniquíes en función de las marcas? Las de Zara siempre están tristes con posturas de lo más manieristas. Desde el “me muerdo la uña, y estoy en Casiopea”, a la “me aburro en este diván”.

Los del Mango, son otra historia. A la pobre se le va a romper la espalda. No hay ni una sola que no esté super estirada hacia atrás. Tanto que, vistas de perfil, son una finísima línea diagonal.Temor de que te avasallen con sus kilométricas piernas sintéticas.

Al menos dan la cara, no como las de Sfera, que algunas hasta te dan la espalda. Cuantísima falta de respeto.

Y no, no te has tomado ningún psicoactivo, tanto color es porque estás delante de H&M.

Toda esta colección de estampas de escaparate intuyo que fue la clave y el liebmotiv para la genial coreografía poliaplicable que tuvo la Marquesa de Mag. “Momento Maniquí”. Os imaginaréis de qué trata, supongo. De cualquier modo, espero hacerme con algún documento audivisual que lo acredite.

*La foto como veis es de Nacho Viñau Ena

miércoles, 7 de julio de 2010

Oda a la oxitocina

Oxitocina

Júbilo ventricular de las emociones como respuesta en los receptores sensitivos de aquel que no es sino inductor de una voltaica descarga de testosterona que sublima el deseo.

Lazos de raso negro intentan unir a los amantes. Fuerzas instintivas empeñadas en la cópula emocional. Mientras tanto, burbujas de fluidos corporales construyen arquitecturas de placeres al tiempo que los cuerpos vaporosos buscan la magna unión trans-epitelial. Sólo son espejismos reforzados por lo olfativo.

En cambio, la cama vacía con reminiscencias lácteas sólo son ilusiones en resaca de los espectros de la ansogenia. La vulnerabilidad se erige en forma de expectación. Y el silencio permanece blanco, vacío.

En medio de todo eso, un torrente sublime dilata las pupilas y despierta las más perversas estratagemas de una Psique ansiosa por poder lanzar las flechas de Eros. Pero las flechas no son de Psique.

Creyéndose impulsada por un inocente vitalismo, no es sino arrastrada por un torrencial hormonal; agnóstica de lo egoísta de su baile. Despliegue barroco de olores, palabras e impactos visuales erigen a la Bestia, mesías extática. El perfume coquetea con las almas deslumbradas y los humos traspuestos intentan debilitar toda resistencia. Intentan debilitar toda resistencia en espera de que el Ángel Exterminador magnifique su relámpago en la médula del otro. Intenta despertar en la inconsciencia los vapores sublimes de lo interno.

Sin embargo, sólo el Mago de los vidrios tubulares puede transgredir con certeza infinita los límites de la maleabilidad biológica, de la plasticidad emocional. Erige, sintetiza, construye con suma artificialidad aquel Monstruo que colapsa las emociones de aquellos a los que inunda. Ora placer, ora amargura. Pero siempre inconscientes de que son sólo barros titánicos arrastrados por las sarcásticas estructuras moleculares de la Bioquímica.

La inaparente alienación a la que se ven espirados los amantes dibuja una unión polimérica, una simbiosis placentera que no es sino fruto de las agujas frías, poliargénticas, del predeterminismo natural.

El sentimiento plasmático, cual manantial superior,  puede acariciar lo eterno, o bien puede replegarse en instantes más terrenales. Sin embargo, ni dioses artificiales, ni monstruos paganos pueden configurarlo.

martes, 6 de julio de 2010

Euterpe y la persistencia de los 80’s: “Night Work” de Scissor Sisters

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¿Quién dijo que los 80’s estaban muertos? ¿Quién dijo que si no estás en los 90, estás out? Yo aún no lo tengo claro, aunque lo cierto es que en general, como postulados de cultura contemporánea, me aburren. En fin, puestos a definir y etiquetar, estaremos en 1990 o 90 y poco. O sea, la transición inter-década.

Porque a pesar de que haya quien reivindique la revisitación 90ntera, (lady Ga, por ejemplo); hay quien es fans, así en plural, de la Persistencia del Tiempo (véase Goldfrapp o la new wave británica (La Roux, Frankmusik, etc)) y siguen anclados a los 80. Sonidos que se van a ir derritiendo poco a poco colgados de viejas ramas.

Empieza la música a toda velocidad, ¿estamos viendo Flash Dance? Le quedaría genial. Igual de ideal que le viene a la voz de la voz cantante de las hermanas tijereta el sonido 80ntero. Cierto es que el falsete es más 70ntero, pero si ahora extrapolamos los 90 a los 10, por qué no los 70 a los 80.

La apertura no puede enganchar más, apoteósica, ¿quién se sube a la barra? ¿quién no se está conteniendo por tirarse de rodillas a la pista de baile?

Tras tanta taquicardia (recordad: ser espabilá y fumar, produce doble taquicardia) un poco de calma coqueta con “Whole new way” para introducir algo más dramático con una carga mucho más discotequera in crescendo: “Fire with Fire”.

Pero vamos, que si lo que ahora tienes que hacer es maquillarte, peinarte, hacerte el tupé o hacer uso del gel fijador: ponte “Any which way”. Pista perfecta para la lista spotify “vístete y vete ya” de unos amigos míos.

¿Scissor sisters o Bee Gees?

Y otra vuelta de tuerca, de los 70 a los 80, esta vez con un sonido más sucio, más guitarrero en “harder you get”.

La cosa parece que va tornillos y ferretería, porque otra vuelta más tenemos al pasar de pista. Precisamente a esta, pero con el especificativo de “de baile”, nos remite “Running Out”.

Sin embargo, “Something like This” es la que se alza como un combustible perfecto para quemar un dancefloor desplegado en baldosas luminiscentes bajo esferas especulares girando a las reminiscencias del synth-pop más ochentero. El juego de falsetes, contrastes con la altura de los sonidos y ¿vocoders? la hacen toda una reivindicación.

“Skin this Cat” se presenta con voz de mujer en clave bastante seductora. Se antoja la más experimental y voluptuosa de la colección. No descuida, por otra parte, el concepto del disco; sobre todo con esa imaginería que nos transportan a cualquier strip-club de algún callejón mugriento de NY.

Sin embrgo, otra que también va de pieles, “Skin Tight”, no tiene tanta capacidad seductora, ni la fuerza de la que precede.

“Sex and Violence” es sin duda la mejor canción del álbum y la que quizás mejor lo resuma.  Entre sonidos sintéticos, algunos con reminiscencias de video-juego se eleva una voz distante, narrativa y casi tenebrosa que nos va sumergiendo en la historia. Tras unos versos parlantes de ceniceros y pistas de bailes que van in crescendo, la canción estalla en su demoledor y dramático estribillo. Estribillo que encierra toda una tragedia. Con un final a modo de coro, no se puede pensar sino en tragedia griega. Master Piece.

Para dar un aparente respiro, tenemos “Nightlife” que parece más ligerita pero que mantiene la línea dramática, casi de musical en el estribillo, de la anterior.

Para cerrar el ciclo, la teatral, también con coros incluidos, “Invisible light” es la encargada. En cuerpo es bastante arrastrada, con un sonido bastante sucio, de última hora, de olor a alcohol y de últimos destellos de lucidez de la noche, apenas visibles. Ahí es donde se eleva ese clarividente estribillo. Y de ahí al after y a un sonido más dance-house de 3.13 a 3.53. Demos paso pues a la artillería pesada de las primeras pinceladas del alba más decadente. El tecno se va abriendo paso para jugar con los 80. El nivel de alcoholemia sube, sube y se vuelve asfixiante hasta que la luz invisible te supera, se dispersa, se te escapa y… caes. Un escalón, una cama, o un coma etílico. Sólo queda el recuerdo de un vago sonido de la noche anterior.

Si el disco en sí no es nada especial en cuanto a novedoso se refiere, la producción es más que buena por no decir la fantástica recreación sonora y conceptual que han esculpido las hermanas tijereta. Quizás por esta mezcla sea tan satisfactorio.

No esperabamos menos si con mucha elegancia y clase mezclas lo más bailable, luminoso y hedonista de los 80 con su cara más oscura: el tenebrismo, la seducción de las sombras, el dramatismo y la decadencia.

Con todo esto se echa en falta algo innovador, pero no nos importa porque los 80 no le pueden sentar mejor a la voz de Jake Shears, del mismo modo que el pop-dance a la de Kylie. En cualquier caso ambos amigos precen que se han puesto de acuerdo para dirigirse a la pista de baile.

7,8

Como curiosidad, Facebook ha censurado la carátula del CD y el grupo está abierto a las posibilidades de sus fans en su página web para la nueva carátula.

lunes, 5 de julio de 2010

Euterpe y el retorno al dance-pop: “Aphrodite” de Kylie Minogue

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Cual brisa fresca veraniega que transpira la carátula, Kylie parece continuar el rechazo que últimamente se está viendo venir en cuanto a los metrallazos violentos de la música pop mainstream. Esto no es algo nuevo, pero sí lo es la vuelta a los orígenes*. Sí, pongo asterisco porque “Fever” no fue el origen, fue el resurgir y afianzamiento. Con todo esto digo que Kylie vuelve al sonido dance-pop que caracterizó a aquel fantástico álbum. Un sonido que además es muy europeo, cosa que tampoco es muy novedoso; quizás de ahí también la diferencia con sus coetáneas. Es más, se sabe que desechó las canciones con RedOne para no tener reminiscencias gaguianas.

Y puestos a dirigir una discoteca, qué mejor que el aclamado Stuart Price como productor ejecutivo. ¿O es que no hubo quien temía/deseaba un “Confessions on a Dancefloor” a lo Kylie? Pero no, el sonido es Kylie y no Madonna.

Con todos estos ingredientes mencionados en época estival tenemos como sinónimo frescor discotequero, que no un gazpacho bien fresquito. Fuera bromas, lo cierto es que le viene estupendo a la de las antípodas aunque el sonido tiene fuertes reminiscencias del euro-dance de los 90. Le viene así, porque su voz es muy pop y muy euro-dance. Sin embargo, tampoco se priva de saludar a la música disco en “Closer” (¿esos teclados iniciales no son muy ABBA?), o hacer guiños al sonido coqueto de “Body Language” en la juguetona “Better than Today”.

Hedonismo insular, no sólo(música) por lo bailable sino también por lo generalmente ligero de las letras. Que también se agradece descansar de intelectualidades.

En cuanto a producción, no se puede pedir más y mejor, como  homogeneizador tenemos a Stuart Price y destacamos la presencia Kish Mauve (que se note el electropop), Calvin Harris (que cante el dance o el tecno) o Scissor Sisters, en concreto Jake Shears (que de la nota el pop). Sin embargo, pocos cortes pueden escapar de la presencia niveladora de Price. Así, sobresalen como únicas “All the lovers” con su desconexión celestial, “Closer” por su acordes entre lo disco y lo dramático, “Illusion” por una suavidad con susurros traspuestos que no deja de lado la pista de baile, “Cupid Boy” por su densidad y ser definitivamente un trallazo con sonidos más tecno que dance, que contrasta con lo a priori angelical del título.

En cualquier caso, la homogeneidad (a pesar de las menciones anteriores; para bien y para mal) y el concepto del disco, nada pretencioso por otro lado, está más que conseguido.

Por tanto, no tenemos precisamente innovaciones en el álbum, la única que no tiene un sonido muy explotado es la burbujeante “All the lovers”, y ya hemos oído similares a la propia Kylie. Se hecha de menos pues, riesgos como “Nu-di-ty”, un “Still Standing” o un hipnotizante “Slow”. Sin embargo, la gran carencia es la falta de algún tema que haga de himno del disco: un "Can’t get you out of my head”, un “Slow”. Las apuestas van, aunque todas flojas y se denota por la falta de unanimidad; a “Get out of my way”, “Too Much” y “Cupid Boy”.

Sin embargo, ¿de qué va “Everything is Beautiful”? Eh, ¿de qué va? ¿No había declarado Mr. Price que el disco no iba a contener baladas?

Con este pero (o manzana) aparte, es un disco bastante disfrutable, que no se hace pesado y que será la alegría de aquellos a los que defraudó el “Body Language”, de los que les aburren las baladas de la australiana o en general o simplemente quieran bailar. Para el resto, nos viene fantástico para ralajar la raja, o sea, la cabeza. Y que se note que es verano, tiempos de hedonismo, de ligereza y de optimismos.

play it again: “Cupid boy”,”Get out of my way”, “illusion”

7