Bienvenus, wellcome, bienvenidos, benvinguts:
He aquí un elemento diferencial del espacio-tiempo que trata absolutamente de nada. Pero donde no hay nada, tiene lugar de todo, aunque todo no valga. Dediquemonos con delicadas o extravoltaicas formas de aristocracia: no hay nada más democrático que el placer.

viernes, 23 de abril de 2010

Photosession: Hipotenusa (Part II)

Varios intentos después, me he podido hacer con la segunda parte de la photosession que Óscar González González, estaba desarrollando como proyecto. Cafeina para arriba y cafeina para abajo, pero la memoria usb, era un poco memoria pez y siempre se quedaba en casa. Hoy por fin, puedo poneros a vuestra disposición para vuestro y nuestro difrute y deleite, la segunda parte de Hipotenusa, con además el texto original acompañante del proyecto.

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Hipotenusa (h2=a2+b2)

IDEA

Hay historias que se intuyen, historias complicadas, historias compartidas e historias entrelazadas; hay historias que parecen predestinadas a terminar en final feliz. Nuestra Historia nos ha llevado a poder disfrutar de una sociedad liberada, en la que las historias pueden no ser lo que parecen.

DESARROLLO

Este proyecto se basa en las casualidades, o causalidades, que en ocasiones juegan a su antojo con historias personales entrelazándolas al azar. Es la nuestra una historia de hoy, de una sociedad mentalmente abierta y permisiva, despojada de antiguas tradiciones y conservadurismos y que tolera todo tipo de relaciones. Es una historia de amor, o más bien, de amor, pasión y deseo. Una historia en la que nuestros protagonistas se ven sumergidos sin ser verdaderamente conscientes de lo que están viviendo. Es una historia comprimida, compuesta por otras tres, en la que cada uno es protagonista de una vida de la que se cree dueño. El amor y el deseo son los hilos conductores y son ellos los que van definiendo el destino de cada uno. Un amor a veces mental y otras veces carnal.

En la sociedad en la que vivimos, la importancia del amor se ha multiplicado notablemente. La tradición tiene aún un peso muy fuerte y se supone que hay que estar enamorado para poder vivir con felicidad. Esto, junto con el miedo a la soledad, son los factores que llevan a algunas personas a acomodarse en una relación amorosa aunque no la deseen como deberían hacerlo.

Esto es lo que le sucede a nuestra primera protagonista, Alma. 24 años. Estudiante de Historia del Arte. Miope. Residente en Salamanca temporalmente. De mentalidad y piernas liberadas. Académicamente aplicada. De fino gusto. Aficionada a la lectura y al café con doble terrón. Atrevida. Enamorada de Héctor y amante de la geometría.

Conoció a Héctor entre una noche de altavoces y una mañana de resaca. Lo conoció físicamente, de los pies al tupé. Lo conoció y le dijo que quería emborracharse todas las noches con él y él accedió. Le gustaba cuando venía a verla. También le gustaba ir a pasear por la ciudad de su mano. En el fondo era bastante romántica.

El tiempo tiene la capacidad de mejorar o empeorar las cosas, aceptando al amor como cosa. Así, el tiempo pasaba y Alma y Héctor lo iban notando. La relación no era tan pasional como al principio, y se basaba ahora en un cariño disfrazado de amor puro. Por miedo, tanto a las represalias como a la soledad, ambos seguían juntos, ocultándose las verdades. Las tentaciones se sucedían y a veces el deseo guiaba.

Héctor. Actor de teatro. Elegante. Viajero empedernido. 27 años. Exitoso con las mujeres. Ambicioso y presumido. Colecciona tenedores y besos. Buen amante y seductor. Aficionado al cine y al arte. Le gusta la sensación que le producen las drogas.

Conoció a Bárbara en una representación. Él encarnaba a un vagabundo a falta de cariño y ella le esperó en la puerta del teatro dispuesta a darle una limosna. Sin apenas hablar y en fila india, llegaron a la cama de Bárbara, donde les esperaban horas de mal dormir y llamadas de Alma. Diego hacía como que no escuchaba mientras Bárbara se convertía en el centro de su deseo. Cuando estaba con ella no pensaba en Alma, pero sí lo hacía cuando se quedaba solo. Utilizaba sus mejores dotes dramáticas para enmascarar sus aventuras y de vez en cuando aprovechaba las giras para desintoxicarse de tanto aire contaminado.

No la amaba en realidad, pero sabía que Bárbara nunca le sería tan fiel. A veces se planteaba irse con ella, desaparecer... Pero eran decisiones tomadas en caliente, cuando los brazos se enredaban y los muelles se oxidaban. Sexo. Sexo entre Héctor e Bárbara. Sexo en secreto.

Las historias se complican y ésta no iba a ser menos. Las casualidades llaman a la puerta, aunque hay veces que se la encuentran abierta.

Bárbara. Rozando la treintena. Compagina sus estudios en traducción con su afición al rock. Vocalista. Ninfómana desatada. Acorazada. Vulnerable tanto a los encantos de un galán como a los de las uñas pintadas de una joven. Francés, latín y griego.

Conoció a Alma en la biblioteca, compartiendo mesa. Traducía un tratado artístico del Renacimiento, que llamó la atención de la joven. Ese día llevaba una camisa de Héctor, blanca con rayas azules formando cuadros, que tampoco pasó desapercibida para Bárbara, porque se podía ver su sujetador entre los botones. Le propuso un café con doble terrón y tabaco de liar, y Alma le contestó que le encantaban los triángulos equiláteros.

Cronológicamente, cada uno de los personajes ocupará las series de fotos de cada trimestre. Alma es la protagonista del primero, así como Héctor lo será del segundo y Bárbara del tercero. Cada uno de ellos aparecerá representado en su vida cotidiana dentro de las primeras cuatro de las cinco fotos. La quinta, sin embargo, estará reservada a la relación que cada uno tiene con el otro. De esta manera, intento establecer una historia, de carácter narrativo, que comience con un amor aparentemente verdadero y termine con el vértice inesperado que cierra un triángulo más sexual que amoroso. Un triángulo cuyas aristas no son conscientes de formar.

Con este proyecto invito a una reflexión sobre lo real, oculta y aparentemente perfectas que parecen ser las relaciones amorosas. Es cierto que el amor es una de las mayores preocupaciones que abordan al ser humano. Es una de las metas que tienen que llegar a cumplirse para ser supuestamente felices y vivir correctamente. Pero en ocasiones ni “es todo oro lo que reluce” ni es tanto el amor que se dice sentir.

He basado las fotografías en composiciones sencillas, intentando buscar puntos de vista distintos técnicamente. El ser humano es el principal protagonista y en ocasiones aparece acompañado de pequeños detalles que describen y matizan un poco mejor lo que sucede. La intención estética ha sido la de representar las distintas escenas con un toque ‘retro-vintage’, utilizando algunas técnicas de edición fotográfica. La descripción de las imágenes de los trimestres sucesivos no está tan detalladamente descritas porque no están aún realizadas, pero la idea principal aparece reflejada. Se trata de representar a cada personaje en situaciones más o menos parecidas para ver cómo es cada uno de ellos y entender mejor su forma de ser.

He intentado aplicar en este proyecto los conocimientos adquiridos en clase, como el empleo de movimientos de cámara, como el barrido, y el juego con la profundidad de campo. Por otra parte, he pretendido potenciar el aspecto estético y realizar retratos, género que nunca antes había ejercitado.

jueves, 22 de abril de 2010

Los remixes de Euterpe: Momma’s Place (Daniel González Club Mix)

Hace un par de semanas, oyeron mis ojos vía el unofficial blog de oRóisín Murphy, goddess donde las haya y embajadora del buen gusto, que la fantabulosa creación Momma’s place, iba a ser servida en argéntica bandeja a los remodeladores musicales. Estos a través de Indaba Music, promotor del concurso, transformarán los sonidos Róisíanos a su merced. El ganador por su parte tendrá su remix expuesto en Perez Hilton’s, y en los diferentes de sitios cibernéticos de Murphy, además de otros premios.

Nada más enterarme de estos factos, cual Hermes me dirigí con el mensaje a Daniel González, no sin dejar de conocer que ambos compartíamos gusto y admiración por Ms. Murphy y que además, el remix para él es como a Apolo su lira. Agradecióme la información y operó en su particular laboratorio musical. De ahí nació, esta criatura a la cual pude conocer en primicia y que hoy se presenta/os presento en sociedad:

La criatura nació, según la cosmología, con sexo de House y cabellos de reminiscencias Disco. Una vez madurado, observamos que tiene la gracia, soltura y suavidad de los cánones clásicos, al contrario que su hermano original que es bastante más agresivo.

El remix tiene los atractivos otorgados por un magnetismo rítmico bastante ágil y constante; desarrollado desde una primera explosión vulcánica originada por el “you know nothing at all” de su madre. Los sonidos son claros y distendidos, de perfil más bien continuo, y enlazados de forma suave. Contraste inmediato con su original, mucho más abrupto. Y Daniel González además manipuló su genética centrándola en la producción de armonía para suavizar la fuerte personalidad rítmica de la primogénita de Róisín. Pero por supuesto, respetó la voz y palabras de su madre.

Pero por otra parte, entre 1:16 y 1:56 se deja entrever de forma más clara la aportación de Daniel. El autor se descubre más despojándose de los ornamentos róisíanos. Dentro del intervalo, en 1:47 tenemos uno de los momentos de progresiva tensión del corte.

Además, Daniel González  hábil, pero tímidamente, cambia un poco la base en entre 2:26 y 2:57. Un cambio bastante molokiano pero bastante sutil.

Y es que podríamos reprocharle un poco al mixer que a pesar de sus pequeños momentos de estallido, son puntuales y no se muestran en el vigor necesario para redimensionar el mix dándole más constraste y diferenciación a las diferentes partes. Quizás el pecado haya sido guardar demasiado la coherencia (muy importante, y que es de sobresaliente) confundiéndola un poco con la linealidad. De todas formas, una producción bastante cuidada, bailable y armónica.

Así, si alguna vez, en algún templo noctámbulo, de rituales etanólicos y esperanzas hedonistas el sacerdote ante el re-tablo de mezclas oye vuestras plegarias roisianas y oís este remix, tendréis la sensación de un house fresco, perfecto para alguna terraza de Ibiza. El movimiento y el oleaje del cuerpo está más que asegurado en la consumición auditiva. Deseo en cualquier pista de baile.

Pero a pesar de todo, su camino no será fácil, y tendrá que convencer al foro(o sea, a nosotros, votándolo) y al juicio divino (Róisín Murphy, Perez Hilton y Mantis Evar) para poder canonizarse y por extensión, hipercatalizar la actividad de su creador, bajo el mecenazgo de Róisín y Hilton.

Así, si queréis votar por Daniel Gonzalez, este es el link.

lunes, 19 de abril de 2010

Photograph-arts: Steven Klein

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Alto contraste presentado de forma casi violenta. Belleza y sangre. Exquisitez entre trozos de carne. Y mujeres fatales. Si Steven Klein quiere ser neobarroco, puede serlo incluso pasmártelo en un número de Vogue, o cualquier otra revista de moda.

Esta manera, es pues una de las formas mediante la cual presenta su versatilidad poliédrica el fotógrafo.

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Si bien esta foto no tiene mucho de especial a parte de lo mencionado hasta ahora. La siguiente es sin duda una de mis favoritas entre las series que conozco.

Además es de aquellas que aúna los elementos más representativos del fotógrafo: tonos ligeramente desaturados enfocados por un gran contraste. Pero esto no sólo se queda en la superficie formal del cromatograma, sino que además se plasma en la idea: Rizos rebeldes y fatales de un azulado rubio, fuma con placer el cigarro de después. El cigarro de después del asesinato. Humo de tranquilidad que incluso posa su brazo en la víctima. Si por supuesto no le molesta lo más mínimo los rastros en sus manos, mucho menos la sangre que cubre a su accidentado acompañante. Él además sabía la fatalidad de ella: aún la mira entre la admiración y el rencor.

Última bocanada de humo: la satisfacción de la fatalidad, la representación del poder y de personajes fríos pero altamente magnéticos. Otros de los perfumes del fotógrafo.

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Con frialdad, distante e hierática presenta a una Reina: rojos infernales tras una cortina desaturada que cuida nuestros ojos de la sobrecogedora imagen. Trono, y toda la pomposidad de la monarquía llevada al extremo de diosas infernales de hipervestidos esculpidos con gemas… Y una máscara cristalina representante de la intimidación y terrenos pseudomísticos.

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Por otra parte, continuamos con uno de los al menos implicitos temas del fotógrafo: el poder. Y continuamos la revisión con uno de sus símbolos fetiche: el caballo. Y continuamos con el fetiche: piel, pseudodesnudos, cuero y mordazas. Así y sobre sus cuatro extremidades se animaliza al hombre, deshumanizándose en un ambiente frío y metálico. Azul.

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Pero podemos ir hilvanando el mismo tema de cargas sexuales y fetichistas con un hilo más clasicista. Si antes teníamos el equilibrio triangular, ahora tenemos a una suerte de Cristo postmoderno en tintes de la primera fotografía, véase, el blanco y negro.

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Una puntada más y el clasicismo es si no del todo, casi completo. Blancos y negros esbozan a una señora (señoras-que llevan grandes sombreros) en toda su pomposidad y barroquismo en cuanto a vestido e indumentaria. Joyas. Lujo. Pero lo más interesante es la decadente desolación de sus brazos en contraste con su rostro valiente. Rostro además inquietante bajo los empastes negros pétreos de su sombra de ojos. Desconcierto en la adivinación de la apertura de los mismos. Retrato distante que nos resguardan de la fatalidad.

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Y la escenografía austera en tonos terrosos también puede tener sus miras al barroco. Se apoya también austeramente y paradójicamente en un trono y lujosa tela de color opuesto en tejidos satinados… Se hizo un movimiento estático. Madonna encuadrada en un triangulo de aspiraciones místicas en una postura pseudo-yogui que contrasta equilibrio estático con un acto totalmente dinámico.

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Estos contrastes entre lo estático y lo dinámico es una constante a mi parecer en el celuloide de este fotógrafo otorgando a las imágenes cierta magia e hipnotismo.

En esta foto, sin ir más lejos, se recurre al recurrente símbolo de poder: el caballo y la fusta. Y jugando con el movimiento y la inercia en una composición diagonal muy original, de este artificialidad se consigue algo totalmente magnético. La cámara enfoca de forma centrada y perpendicular a la escena concentrada en un único plano. Un modo muy frío, pero el suceso es totalmente atractivo por el manejo de una la técnica compositiva y el movimiento.

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Tres zonas de color, y dos planos en juego. Uno que roza el estatismo mientras que el otro transcurre a toda velocidad. El movimiento ya no sólo juega en el mundo de la composición sino que además casi podríamos decir que penetra en la personalidad de los personajes. Los del primer plano, son tan estáticos y artificiales que casi parecen simples maniquíes sin personalidad. La fuerza y la vitalidad de la fotografía la aporta aquel del segundo plano que se arroja al estanque  de zafíreas aguas.

Rosa blanquecino y azul paraíso en los focos del brillo, marrones y tonos más oscuros en los terrenos de la desaturación más sedante.

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La serie promocional para Loewe no puede ser más fantástica.

Ese azul cyánico, y tres zonas horizontales de color bajo una atmósfera desoladora y oprimente de verano, nos presenta otros personajes que guardan una misteriosa relación. El chico ya a lo lejos, lo mismo que nosotros, está totalmente abatido por la seducción de esas piernas kilométricas. De nuevo esa conversación desconexa entre lo estático y dinámico. El juego de planos es hipnótico de nuevo; y la composición se presenta desequilibrada al máximo en conjunto, aunque no en la escena concreta entre las piernas. Otro contraste que en absoluto resta atractivo. Todo lo contrario.

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Según vamos lanzando un ojo a cada una de las fotos, la idea de espacios desolados y concretos pero sin nombre, y por tanto sin ubicuidad al fin y al cabo; va tomando volumen.

Retomamos una serie anteriormente mencionada en la que de nuevo tenemos como sujeto protagonista una femme fatale en clave de pin-up a lo siglo XXI. Latex y metal. Pero de nuevo, lo mejor es la inconexión, tristeza y artificialidad del policía sometido y humillado por la aquesta altre noieta.

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Y es que la desconexión, el aislamiento y la deshumanización son normas de estética de Klein. Y únicamente hace de efecto amalgama el hilo conductor del tema.

De nuevo, los colores desaturados que además se quieren mimetizar con los de la escenografía son importantes y nos relaja la visión de la obra recargada de poses, posturas y composición harto artificial. Barroquismo que hace un guiño al emplazamiento de los hechos. Para dar más frialdad y por tanto más inquietud a la escena un elemento robótico como es una cámara nos descubre el tema: los rodajes.

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Fabulosa la mano que abraza a la cámara y que aparece de forma nada ortodoxa, pruvocando y pruvocando además con los chirriantes tatuajes en una escena de corte.

Y aquella frialdad magnética cobra su mayor sentido cuando se manipula la luz hacia tonos verde glacial y alto contraste. Así, se consigue además de cierto futurismo a lo neutrex futura (pero sin ese toque kitsch cutre-lux), cierta sofisticación fantabulosa.

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Sin embargo, esa frialdrad de personajes androides ya no queda sólo enclaustrada en los aspectos técnicos sino que se extrapola o traslada en los personajes, o en la escenografía en sí. No hay más que ver estas lánguidas androides bajo un frío pasillo con lámparas de neón.

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Y de visiones futuristas, la impasibilidad llevada a la deshumanización traspuesta a la categoría de muñequización-maniquización toma tonos tétricos en la siguiente serie:

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De nuevo el erotismo/homoerotismo están presentes en los disparos que lanzan balas fotográficas de explícito fetichismo. Decadencia con nombre de Ken platino, de muñecas Nancy y de crear al “hombre” perfecto. Hombres de negro, pseudoterminators de traje, implacables puliendo un trasero de “latex”, con la ayuda mecánica y vacía de otra de sus creaciones de serie. Serie además para una editorial de W con vestuario de Tom Ford (cuando lo hay), titulada “Fordbitten”. Comentario del diseñador: "my butt is naturally hairless, by the way."

Retomamos por otro lado el tema de la teatralidad, la cual Steven maneja bastante bien cuando quiere sin necesariamente abandonar los elementos anteriormente expuestos. De hecho, en esta serie ya comentada de Dolce & Gabbana, los personajes siguen siendo impasibles, cabizbajos. E incluso hay una incursión muy artificial (el chico tumbado de forma paralela la cámara) que además de añadir el elemento de tensión visual concluye una excelente composición triangular. Su postura, la mirada altiva del resto, además de la fetichista cámara contribuyen a una sexualización implícita, homoerótica, pero bastante elegante.

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Volviendo al modo retrato, que no es donde más se explote la habilidad de las lentes y detectores de luz de Klein… Aquí dejo a una fantástica (y desaprovechada en otros muchos casos) Uma Thurman, rizándose el rizo de mujer fatal. El rostro alienado (momento futurista), los labios hiper-granates (momento neobarroco), un artificio (¿quien se riza las pestañas mirando por la ventana?) y mirada lejana fijadora de su objetivo dan a la estampa una sensualidad extrema.

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Y por supuesto, si tiene que inspirarse en el cine italiano, lo puede hacer reinventando a Madonna en una sensual madre mediterránea para una campaña de Dolce & Gabbana. Lo cierto es que the queen sabe que Klein es una buena baza y a la vista está que la ha fotografiado varias veces e incluso le ha dirigido las videocreaciones para varios conciertos.

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Finalmente, acabo la reseña con la teatralidad unida al símbolo, que a mi parecer es bastante constante en Klein: el caballo. Además también reúne elementos ya mencionados como la indiferencia, el poder, los tonos metálicos y fríos, y la comunicación abortada entre los contrastes de dinamismo y estatismo.

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Recuerdo además, que el caballo está muy presente por ejemplo, en las videocreaciones de Future Lovers/I Feel Love de Madonna en su Confessions Tour. Serie que además se publicó en W Magazine.

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Y es uqe Steven no es tan ajeno al mundo del vídeo, de hecho, pronto veremos nuevo trabajo: la dirección del vídeo de “Alejandro” de Lady Gaga. Habrá que ver cómo se lleva el manierismo de Klein con el rococó de Gaga…

En fin, fantásticas fotos, alguna con el punto extra por aquello de cierta provocació en medios tan aparentemente banales como una revista de moda, como en una exposición o con una tirada de edición limitada.

Mujeres fatales, sensualidad, escenas perpendiculares, artificialidad, desconexión, colores sintéticos, desaturación, alto contraste y composición matemática.

martes, 6 de abril de 2010

Antonio, Cristina, Barcelona (II)

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La lluvia seguía arrojando sus agujas de agua a la ciudad y producía en nosotros una sensación incrementada de pérdida en aquellas calles, incluso cuando no salíamos de la principal.

la ropa se humedecía, y los ánimos se engrisecían. Cualquier cosa, cualquier cosa. Y acabamos en un vegetariano de formas buffet-libertarias.

Tras arrojar el ojo al iTouch donde no paraba de inspeccionar el google map con la intención de encontrar la combinación distancia-diversión para construir la ruta noctámbula; decidimos fomentar no el iphone, pero sí el phone. Llamada a doble-L y concretamos el encuentro en una parada de metro cercana a nuestro objetivo:

Polaroid, se mostraba con cierta heterogeneidad de personajes y elementos de decoración, todo homogeneizado por los agente aglutinantes de la música y de todo lo que lleva la marca de los 80.

Fichas de tetris que dan forma a muebles. VHS’s a modo de posters,lo mismo que diversas fotos siendo paridas de varias polaroids acompañadas por la sintonía y proyección de cualquier película de unos 20-30 años atrás. Los stencils de dibujos de marcianos de maquinita maquillan otra pared. Todo ornamento apropiado para un ambiente relajado, hedonista y paradojicamente casi familiar.

Esta visita al bar era todo un preludio de la visita a otro local de atmósfera mucho más roja, en alguna callejuela del Raval.

Moog estaba aún receptora de noctámbulos expectantes por una música hipnótica al más refinado destilado anfetamínico. Electrónica house no segadora de oídos.

Aparte del bar con sus luces de sombras y rojo, y del pozo que ejercía de pista de baile; unas estrechas escaleras en penumbra parecían subir desde el infierno al cielo. Porque lo cierto, bajar esas escaleras desde la planta superior, inquietaba tanto como adentrarse en el inframundo púrpura de tonos sintéticos que caracterizan esas horas.

Pero arriba teníamos a la noche vestida con su lado más hedonista, divertido y metamórfico combinando vestidos de ritmos ochenteros como con tejidos plenamente actuales. Sin quitar por supuesto, un poco de maquillaje kitsch. De este modo y manera nos presentaba a su modelo musical el maestro de ceremonias.

Este, por su parte, no quejábase lo más mínimo por su estencia en la claustrofóbica cabina de DJ, limitada por barrotes de jaula. ¿Quién no puede convertir estos objetos en fetiches de baile? Por supuestísimo, el no iba a ser menos y de hecho fue más, bailando alguna canción que ni Madonna con su radio.

Y así el estilista musical, con movimientos rococó introducía una por una los humos musicales en nuestros oídos. El público por su parte, no se quejaba y se multiplicaba por cuatro al verse reflejado en paredes recubiertas de plata. Bailes, euforia inducida por empaste melódico, o miradas sin fuerza al soplo del etanol. Pero también despertares pseudoetílicos levantados por los huesos de la envidia y los instintos más primarios de territorio. Copa al suelo y una falsa y ridícula Manuela Trasobares.

En fin… dejo la pluma de tinta roja, y me paso de nuevo a la blanca, vaya a haber daños colaterales.

Tras abandonar los halos etílicos en el ya bullicioso Moog, sin no por ello dejar la capa de la pre-resaca allí. Ya sabéis, es la única prenda que siempre te obligan a recoger en el guardarropas.

El metro ya esperaba nuestros pies, los de Mademe D’Azur y los míos, dejando atrás y en algún lugar de mi cabeza recuerdos de hedonismo en una noche fresca de Barcelona.