Bienvenus, wellcome, bienvenidos, benvinguts:
He aquí un elemento diferencial del espacio-tiempo que trata absolutamente de nada. Pero donde no hay nada, tiene lugar de todo, aunque todo no valga. Dediquemonos con delicadas o extravoltaicas formas de aristocracia: no hay nada más democrático que el placer.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Euterpe en Barcelona: Lady Gaga

monsterball

Fatal, fatal me pareció. Sí, sí, así os lo comunico. Me pareció harto inadecuado e innecesario que tuviera pseudo-urgencias de número 2 (la marquesa de Mag me comprende, pero me refiero a ciertas urgencias de tipo escatológicas, que todos tenemos a veces). Pero menos mal, que fue una falaz alarma.

Así que allí nos encontrabamos, maravillados de hallarnos en 2º fila… haciendo cola sólo desde las 5 de la tarde. Mar-ve-llous (por parafrasear a Carmen de Mairena Sara Montiel). Y tras esperar con y sin el amenizaje  de los Semi Precious Weapons, de los cuales ya os relataré; pues más que mis respetos se han merecido.

Y por fin, tras siglos y milenios resumidos en dos horas (dentro del recinto) las espesas y teatrales cortinas empezaron a subirse para dejar desnuda otra de calidad translúcida donde, para enloquecimiento de mi séquito. Proyección de cuenta atrás, adelante y aleatoria. Mareos sentía de ver tanto número. Pero no estaba mal, de hecho, pregúntome cuándo mis amigas las de varietés van incluir en sus devedés este tipo de proyecciones. Y finalmente, la mampara por la que se entreveía a la Lady (with an attitude). Dance in the Dark.

La cantó, y acto seguido, se dedicó a hacerlo; pero una canción que desconozco por completo. Es más, compartió protagonismo con una corista que parecíase a una de esas de Fama. Canción inédita mi persona se supone. Y entonces sacó alguna de artillería.

Ahora, me dedico a arrojar el monóculo sobre todo el montaje: la escenografía reflejando un suburbio, estaba sobre cargada. Sí, rollo suburbio, mucho cartel luminoso rezando “drugs”, “hostel hass” y demás… mucho hierro. Sobrecarga la escena y la oscurece demasiado. Y aunque la va cambiando a lo largo de todo el concierto… no fue su punto fuerte. De hecho, he de denunciar, objetar el hecho del momento copia cutre-lux del vagón de metro (momento Madonna) o incluso de aquella suerte de arquitectura espinosa que recordaba a aquella del Drowned World Tour. Sin embargo, cambio de tema y cambio por supuesto de opinión en cuanto a su colección de bailarines. Toda una varierdad: Encontrábase desde aquella suerte de Grace Jones modo travelo tocando la panderata, cual los peces en el río… hasta Michael, pasando por un negro cuya desproporcionada… “agilidad para bailar” tenía hipnotizado a más de muchos unos y muchas unas.

Del vestuario, ni que decir tiene. Pierdo la cuenta de cuantas veces se cambió de atuendo. ¿6? Y desde luego fue su fuerte. Ella misma manifestaba, confesaba, declaraba: “I don’t care about the  money, i dont care about the  homes… I do care about FASHION (…)”. Y yo he de creerlo cual dogma de fé pues… Fantabulosísimo vestido, entre otros, a la haut-couture de aquel momento ángel exterminador anunciador. Hube de impactarme el hecho de que necesitara a más de uno de sus danzarines para ponerse la cola (tipo Rocío Jurado a lo galáctico), o la corona con claras referencias a Jesucristo. Y alzóse cual anunciación en aquella plataforma para proclamar la erección de la monstruosidad.

Y he de aquí uno de los perfumes fuertes de la Gaga, perfume que de lejos se oye. Aquel del carisma y del agradecimiento. Palabra fetiche por aquí (aka pequeños monstruos) polimenciones a la ciutat comdal, y el alzamiento de la liberalización (sí, queremos móviles libres ya!) en tonos de “abrete la agenda” de mente, out borders. Y ella lo ha roto, en cuanto la fealdad. Límite que si lo pensamos, en el mundo mainstream estaba más que impuesto. Doncs, aplauso para Lady Gaga por el mérito: la trasposición neobarroca de lo feo y de lo indie, culturalmente hablando, al mainstream. Pero de nuevo, saco el reproche: cierto es que su discurso era en alguna medida un poco demagógico. Pero… ¿y qué? Y cambio de nuevo de opinión y la aplaudo, por ese momento de humildad (de la cual no soy muy fans, a pesar de todo) y sorpresa ante el flashmob del lanzamiento de globos de corazón, que harto agradeció. Flashmob que yo preveía como funesto.. resultó con bastante participación.

Justo después, Lady Gaga invocó a sus instintos más punkarras, prendió su piano, hizo remolinos de fuegos en él e incluso lo taconeó. ¡Ni mi amigo P. que se dedica a tocarlo en patines! Sí, se trataba de Speechless, una de las canciones que más me aburrió. Pero tenía que meter el momento balada… a toda costa!!! Sobre todo, después del trallazo de Telephone, el colofón del concierto.

Ahí, en Speechless se demostró su cualidad oral, no… nada de felaciones (aunque sus bailarines, cual in Girlie Show, las simularan en otras ocasiones)… NO cantaba en absoluto mal, todo lo contrario; aunque su voz no sea un milagro! Aquí, he de mencionar al menos, que nos regaló con una canción del próximo disco… del mismo corte que Speechless pero tirando más a la música negra.

En fin, un show plagado de (homo)erotismo, declaraciones hiper-nihilistas y juegos religiosos. Bocas hechas agua cuando debajo de las piernas de MIchael, el chico alemán y mirandole al paquete… relata que le gustan las chicas… de Barcelona, los chicos… de Barcelona (él haciendo simulando una felación) al mismo tiempo que L. G. declaraba “because he loves everybody just like my Jesus does”

 

En fin, que tras el lleno llenísimo del Palau, los talifans apilados días atrás, y su olor a carne fresca (tiene un cuerpo perfecto, y un culo del que las envidiosas decían que tenía celulitis; “Per-do-na señora!!”), Madonna puede ir replanteándose su jubilación a los 60 y optar por la pre-jubilación a los 50.

Eso sí, la prueba definitiva de Gaga será… sin duda, su próximo disco. Ya veremos si destrona definitivamente a M. o le cortamos la cabeza cual Marie Antoinette.

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Foto de krystal e en flickr

sábado, 4 de diciembre de 2010

Euterpe en directo: Yelle, o el musgo marino

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Puertas abríanse a la 1… Pero ni en la página web, ni en la entrada de Razz, se indicaba cuando la francesita iba a hacer acto de presencia. Así que para esperar Madame d’Azur y yo nos decantamos por tomar alguna bebida, de colores concertados con electropop fluor de la misma. Así que… siendo yo de ron, me pasé a nadar en los tonos azules-ultravioletas del Gin-tonic.

Y claro, la 1 y pico… las 2… y tuve el flash premonitorio que a las 3.

Levantose el telón poco a poco y allí estaba, cual musgo oceánico. Ese atuendo, que era genial, no tenía naaaaaaada que ver ni con nuestro gin-tonic, ni con el flour que antes menciono. De hecho, sus dos musiquitos, que sí, que tenían sintetizadores* pero sobre todo… iba a haber percusión. Preludio de un (rádical?) change.

La mademoiselle, claro está, iba a presentar su próximo trabajo, todavía con elementos de electropop y de pista de baile… pero más bien, por lo nuestros oídos recibió, entrecruzándose con el urbanismo y un leve toque más oscuro.

A propósito del sonido, he de declarar, denunciar y comunicar: que al menos, cerca del escenario, allí donde me encontraba el sonido no era malo… era péeesimo!

Pero bueno, no me voy a poner tiquismiquis porque lo cierto es que nos lo pasamos pipa (de calabaza). La gente estaba como loca, lleno a más no poder. El público, tan entregado como la propia Yelle, que no decepcionaba. Cabezazo para acá, cabezazo para allá y sin llegar a paralelismos con la Carrá. Salto, salto y manos!

El tracklist no estaba mal, y es muy loable que la mademoisalle consiguiera animar durante 50 minutos al público, que desconocía esa nueva obra. Claro, que la de mayas de lentejuelas multicolor posicionó muy estratégicamente “Je veux te voir" próximo al inicio y el trallazo “À cause de garçons” al final. Trallazo, porque incluso aquello pareció un concierto de punk. ¿Qué quiero decir? Momento pogo en un concierto de electro-(todas sus variantes)-pop. Pipa repipa!! Además, yo que lo puse muy en duda, también cantó una versión desminuida de “Cooler Couleur”.

En fin, que 50 minutos muy cortitos pero muy intensos y disfrutados, por mucho que Madame d’Azur echara de menos un tracklist más generalista.

8,5     7,5

Fotografía de German MT