Mini en mano, como los madrileños lo llamarían. Los castellanos a lo cutre-cursi “cachi”, pero mi versión favorita es a la andaluza: “maceta”. Allí mi bigote pre-chicago se encontraba desentonando con la bebida y esta también con el resto del cúmulo de gafa-pasta, chandals y demás moderneces que invadió la sala “La Riviera” en Madrid.
¿Se puede fumar o no? Pero Vogue en boca y cortinilla de humo delante de una pupila al tiempo que el tímpano descubre un más de un “cumpleaños feliz” por los alrededores. Después lo comprendí.
Y mucho producto de fijación tuvo que gastar en la misma o menor medida que el tiempo que tardaría en levantar aquella arquitectura pelirroja; pero pese al retraso músicos en posición, destello de flashes (con independencia de los de las manos al aire). Sonidos sintéticos teletransportan a las luces de los 80.
Sorprendentemente Eleanor a pesar de su tesitura bastante aguda, no desentonaba cantaba de forma más que complaciente al mismo tiempo que lanzaba extremidades.
Y entre palaba de gratitud, un delantal firmado fue lanzado como resorte de risa al comprobar de lo que se trataba la señorita cantante. Chabacano delantal que la señorita cantante no dudo en ponerse sorprendentemente, dada la propensión de la rousse a la bordería. Para después digan que yo…
De repente un vago y confuso “cumpleaños feliz” en su versión española, inglesa, ambas o al modo aturdimiento sonó. ¡Era su cumpleaños! Más tarde, el hipertupé pelirrojo se dejó que la felicitaran con el cántico de la plebe ahora más al unísono. Desde luego, más regalos como un sujetador o unas macrogafas de moderna hortera de bolera (como Cristina Rodriguez diría). Y de nuevo, la ellie se rió y todo. De hecho, hasta se puso las gafas durante una actuación.
Si la gente estaba bastante animada, a pesar de que había canciones menos bailables, en éxtasis entró provocando oleaje y maremagnum en mi cerveza que terminó inundando mi lazo a los ritmos de “In for the kill”.
Además, la recien veintidos-añera hizo una versión de los Rolling, que entusiasmó a bastantes y la verdad es que no estaba nada mal.
Pero el concierto duró lo que dura su disco, aunque regaló alguna canción que al menos yo, desconocía y terminó con un apoteósico “bulletproof” apagado un poco en su voz por la de los oyentes.
En definitiva, bastante bien la retromoderna-fan-de-Lacroix, escueta pero correcta, bastante bailonga y comprometida con su pequeño (lástima) show. 6.5