Bienvenus, wellcome, bienvenidos, benvinguts:
He aquí un elemento diferencial del espacio-tiempo que trata absolutamente de nada. Pero donde no hay nada, tiene lugar de todo, aunque todo no valga. Dediquemonos con delicadas o extravoltaicas formas de aristocracia: no hay nada más democrático que el placer.

sábado, 30 de mayo de 2009

Zurro-alismo Zacutiano

Ya ha empezado el aburrimieno de la rutina bibliotecaria, a la que cada cual, de una u otra forma se somete. Unos estudian, otros ligan, otros ligan, otros pasan el rato, otro pasan el rato, y finalmente uno mismo puede experimentar una concentración de tipo todo en uno en una cadena de reacciones a primera hora de la tarde.

Cuando estás tan hastiado del horario 6,50-13.30 4.00-8.30 y decides poner de banda sonora “We need a change”, y parece que inducido por el propio surrealismo del anuncio, ocurren hechos extraordinarios, que cuanto menos, merecen la pena ser comentados.

Así, tras un inproductivo paseo en búsqueda de anotaciones estudiantiles bajo el sol adormilante de la temprana tarde, uno no tiene más remedio que dirigirse hacia su biblioteca judía Abraham Zacut, escenario de los eventos acontecidos.

Por el camino hacia ella, lo que a veces pero no con demasiada frecuencia ocurre y es que la frecuencia de vibración de las piernas de dos personas coinciden en el mismo ritmo de paso, de tal forma que uno de ellos se ve en una ajena obligación de aumentar su energía cinética, véase su velocidad, tras un intercambio de visualizaciones.

Puestos los pies sobre la biblioteca, decido intercambiar ciertas palabras con alguna compañera de clase, al mismo tiempo que el chico en cuestión, cruza la puerta para adentrarse en lo que se supone que es la tarea del estudio.

Yo, por mi parte me dirijo también hacia mi lugar. Casualidades de la vida son aquellas que hicieron que yo lo hiciera detrás de él.

Además, estaba tan encantado con mi banda sonora del momento que aún retirando mi mp3, seguí cantando la canción como si nada con la mirada bien lanzada hacia el frente.

Tengo desconocimiento del porqué del giro de su mirada, pero lo cierto es que justo cuando estaba recitando: “it’s boring…” me miró. Como además, parecía no dar crédito a la escena que estaba viendo volvió a girar a lo que yo seguía en mi tónica, diciendo “we need a change”

Desconozco también si llegó a entender esa frase, en cuyo casi afirmativo podría haber quedado como muy atrevida.

En cualquier caso, se paró confuso, para preguntarme si le estaba hablando, a lo cual le contesté que no, que simplemente estaba cantando.

Ocasión que aproveché para emitir unos fotonazos aunque fueran de baja energía. “Además, para dirigirme a ti, no lo haría en inglés. Directamente en español”. Seguido de un momento de caballerosidad en el que le abro la puerta de la sala de estudio.

Pero ahí no acaba toda la sorpresa: No di crédito (de libre elección) al ver lo que había encima de mi mesa. A ver qué opinión os merece una hoja doblada a modo de advertencia en el que ponía la siguiente nota:

“no robes este sitio, por cada sitio que robas muere un gatito. (un gatito dibujado en plan crio de parbulitos diciendo “miau”). Hazlo por ellos”.

Lo que era más extraño es que, al menos según ellos, mis compañeros de biblioteca, no habían sido. Al parecer ya estaba allí cuando ellos llegaron.

Por tanto, he aquí la primera hipótesis… que fueran las chicas de clase. Lo cual es bastante probable, pues a una de ellas en cuanto la vi le pregunté qué opinaba sobre la mortalidad de los gatos… y por supuesto empezó a reírse. Aunque claro, conociendo que es tan sumamente risueña…

Sin embargo, al día siguiente aparece otra posibilidad y es que se sentó justo en la mesa de al lado un chico el cual tengo mis sospechas… sobre la nota y sobre orientación cartesiana. La duda se autoincrementó cuando vi que dejó el otra nota del mismo estilo en su mesa escrita también con rotulador.

Mucho misterio en la 3º planta de Zacut en definitiva, por no hablar del ferromagnetismo oriental, del cual ya os hablaré

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