Bienvenus, wellcome, bienvenidos, benvinguts:
He aquí un elemento diferencial del espacio-tiempo que trata absolutamente de nada. Pero donde no hay nada, tiene lugar de todo, aunque todo no valga. Dediquemonos con delicadas o extravoltaicas formas de aristocracia: no hay nada más democrático que el placer.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Enfócame: “Canino”, que no Camino

kynodontas

Estamos en la postmodernidad. O quizás demasiado post- como para mantener el término. Fuera como fuere, en los últimos años parece  que no para de estar vigente nuestro amigo el Plato gordo, aka Platón.  Hasta circulando por la facultad, te encuentras con carteles que rezan: “menos crisis y más Platón” (o intento de hacer una suerte de ingeniería filosófica). Por no hablar del cine. Retrospectiva: “Matrix”, “El bosque” y ahora, pero con un enfoque totalmente radical y más sutil, “Canino”.

Si arrojamos un primer ojo por la cinta, leemos: Una familia bien, que educa, protege y sobreprotege a sus niños. Chirrido, = los niños ya están por la 30ena. Bueno, realmente ni ellos mismos lo saben con certeza. Y una mansión, blanca y pura para llevar a cabo esa educación, que como los mismos progenitores aseguran, se prolongará sólo hasta que se les caiga el canino.

Mito de la Caverna, puro y duro. ¿Tanto daño sigue haciendo el Clásico en la cultura griega actual? (Prevengo que la dirección es griega). De todos modos, y fuera como fuere, si arrojamos el ojo de nuevo, leemos lecturas más profundas: La lupa nos habla de unos padres traumatizados arrastrados a la represión y a actuar de esta manera hacia para sus hijos. Todo, además proyectado desde el ángulo del prisma de una sociedad machista.

El rodaje se imprime en blancos, verdes y tonos primaverales; puros, muy agradables y armoniosos a la vista. Hay planos anticanónicos con decapitaciones de cabeza, o enfoques desde la espalda. Así como algunos desenfoques. Esto recuerda en alguna medida a la fotografía de las obras de Haneke, al menos del último. Incluso la estética ambiental es muy “Funny Games”.

El guión está cubierto de sutilezas como a veces las bromas en clave naïf. Paradigma: “mamá qué es un coño?”, “Un coño es una lámpara (…)”. O el momento en el que el padre traduce (literalmente se inventa) la letra de un clásico musical diciendo que el cantante es el abuelo. O más tierno aún: la creencia de los chicos de que los aviones son figuritas de juguete que caen al jardín.

Pero esta cálida sonrisa se desmarca en un sabor agrio. Detrás de todo esto, se dibuja una historia y unos personajes bastante macabros, retorcidos y grotescos; retratados y motivados por la represión. Tanto es así, que es de destacar, el masoquismo de los hijos en sus juegos, traducción de una alta necesidad por sentir algo, en su burbuja de protección.

Así, el tema real de la película gira entorno a la represión y sus consecuencias, especialmente a niveles emocionales y sexuales. Tanto, que es capaz de borrar lo que serían tabúes más allá del jardín. Y tanto, que pone de alto-relieve el machismo de la familia.

Y como buen mito, no pueden faltar los símbolos y lo oculto. Hay que prestar atención a la importancia del perro, (¿hay aquí además un juego de palabras, con el título de la película?), de la valla, o el coche con un papel fundamental en la película.

Toques surrealistas, guión delirante y sabor agridulce. Si gusta en un primer pestañazo. Mejora mucho más con la mirada reflexiva.

Curiosidad: Madame d’Azur comentóme que el director Giorgos Lanthimos había comentado, que aún hoy existen familias que educan de un modo parecido a sus hijos en Grecia.

8

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