Bienvenus, wellcome, bienvenidos, benvinguts:
He aquí un elemento diferencial del espacio-tiempo que trata absolutamente de nada. Pero donde no hay nada, tiene lugar de todo, aunque todo no valga. Dediquemonos con delicadas o extravoltaicas formas de aristocracia: no hay nada más democrático que el placer.

lunes, 14 de junio de 2010

Euterpe y el europop: “Body Talk, Pt. 1” de Robyn

10ichef

Tras habernos dado, diferentes píldoras de diferentes sabores de la primera parte de la audaz trilogía, por fin esta se materializa en un “Body Talk, Pt. 1”.

Supongo, que Robyn también está oliendo lo poco que le queda y lo mucho a manido que huele la industria musical. Como en el resto de lo que nos rodea, no todo es el producto, también lo es su presentación… aunque esto son otras historias.

Aunque un impersonal ritmo a base de un “my drinking’s killing me” es lo que da comienzo al álbum, que luego explota en un tecno bastante oscuro; Robyn sigue moviéndose en la dirección que proclamó en su celebrado “Robyn”.

Esta no es otra que la de un pop en su esencia, melódico, emotivo, rozando lo inocente, con instrumentación burbujeante y electrónica.

Sin embargo, tampoco es un estancamiento ya que como acabo de mencionar, la oscuridad también tiene un por qué en el disco como señal de protesta acorde con la letra. Ese “dont fucking tell me what to do” al que hacía antes referencia retrata el cansancio del Body y sobre todo mental que se tiene ante nuestra hiper-rítmica e hiperexigente sociedad. Sociedad que se basa en lo repetitivo, lo monótono hasta el desgaste… sólo hasta como bien dice Robyn, se está hasta el coño y “no me digas qué tengo que hacer”.

“None of dem” es la otra clave (de fa) de colores oscuros, también por otro lado, con reminiscencias a la música de club de texturas minimalistas por momentos, de texturas densas por otros. Una reflexión enfadada sobre la deshumanización de la sociedad y la poca complaciencia que da la mediocridad. El sonido, no podía ser más Röyksopp, que pese a su aparente gravedad (de peso) formal, la hace fácil de digerir.

Por supuesto la balada acústica de rigor no podría faltar. En vista de su parecido en título con “Handle me”, “Hung with me” no es si no la antítesis. Comparación gratuita, ¿y?

Sin embargo, vemos a una Robyn clásica en el hit “Dancing on my own”, donde observamos su máxima emotividad musical acorde con el (melo)dramatismo de la letra. Aunque, ¿quién no ha sufrido esa historia alguna vez?

“Fembot” en cambio, es electrizantemente poppy en el sentido de el uso de una letra muy ligera, (falsamente) intrascendente. En el sentido de un sonido claro y super bailable. Sobredosis de armonía edulcorante (que de vez en cuando nos hace falta), melodía biónica y un taquicárdico BPM.

No es la primera vez que Robyn hace referencia clara a los robots o a lo bionico (The girl and the robot, bionic woman), y la presente canción no deja de ser un reflejo de esta sociedad desde un prisma más tecno-romántico que neobarroco.

Sin embargo, lo que más llama la atención es la aportación de Diplo. “¿Diplo y Robyn?” Es la pregunta que te asalta a la CPU cuando de inmediato tienes el cable “Diplo->M.I.A”. Pues la aportación es algo que parece estar por ponerse ¿de moda?, la revisitación jamaicana (véase “bionic” de la Aguilera). “Dancehall Queen” tiene reminiscencias “reggea” aunque redimensionada con bastante buen gusto a los cánones del europop de los que Robyn hace gala.

En definitiva, sonidos evolucionados de forma lineal sin pérdida de su base. El estilo y sonoridad sigue siendo el de ella misma como valiente respuesta a la omnipresente ataque del electropop más agresivo, sucio y metálico.

El disco parece partir desde una perspectiva individual-personal, con tintes de soledad… Debería quizás llamarse “personal talk, Pt. 1”. Quizás no, al fin y al cabo las letras hacen más bien referencias físicas.

8,4

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