Tras pasar el puente en Madrid y darle el visto bueno como ciudad que me merece, también llego a la conclusión de que los días de 24 horas no son suficiente para mí. Quizás es que este planeta no me merezca y necesito otro con un periodo de rotación mayor. Fuera quejas, y volviendo al tema en cuestión, no pude irme de la ciudad sin haber visto al menos, la lagrima de eros, en el Thyssen. Y digo lágrima, en singular, porque la otra mitad de la exposición se encontraba en la fundación de yo no sé qué banco.
Claro, uno que ya llegó al último pase de la sección Thyssen-Bornemisza (y es que había bastante público); obviamente no daba tiempo a ver la parte más tanatiana de la expo. Queda pendiente para la próxima visita.
Y hablo de Eros y de Tánatos, porque la exposición, se basa en “Las lágrimas de Eros” de George Bataille, una reflexión sobre el erotismo, les petites mortes y la muerte; y las relaciones entre ellos. Todo esto se explora desde un punto de vista puramente mitológico, en su versión pagana o judeocristiana. En cualquier caso, son estos dos dioses de moda los que están presente de forma implícita en las diferentes secciones. Y cada una de ellas ofrece la visión bajo una cara diferente del prisma erótico: heterosexualidad, homosexualidad, bondage, sadomasoquismo, el morbo acuático, etc.
La elección del tema, la diversidad de autores de varios estilos y épocas hacen de la exposición bastante agradable, fácil de digerir e incluso hasta divertida por las relaciones entre las obras de la misma sala. Lo que está claro que no es el tostón monográfico y aburrido de (casi) siempre.
Además, pese a lo relativamente arriesgado del conjunto y de la focalización hacia lo moderno o contemporáneo, también hay que aplaudir ciertas muestras de obras más “clásicas”. A mí particularmente, la incursión prerrafaelita y barroca, la botox y me requetencanta. Pero me requetencanta aún más los momentos modernistas, simbolistas y surrealistas que también hacen acto de presencia.
Y si decía hace un momento que el señor Eros y el caballero Tánatos estaban de moda, los artistas prefieren, (o al menos las exposiciones) los guiños a otros: si hace un poco más de tiempo os contaba cómo Erwin Olaf se inspiraba en Edward Hopper entre otros, las salas de la baronesa, también hace lo mismo: vemos la misma obra escena, firmada por dos artistas bastante separados espaciotemporalmente. Incluso yo mismo últimamente tengo ganas de hacer estos guiños, desde mi humildad photosession-gráfica claro. En definitiva, otro toque divertido que anotar.
- NACIMIENTO DE VENUS
Y Tánatos bajo la forma de Cronos castra a Urano y de su fuerza erótica, de su espuma nace la iniciadora de todo pulso de Eros: Afrodita.
La exposición no podía empezar pisando más fuerte y donde te das cuenta que la Venus de Botticelli, ha tenido mucha repercusión histórico-artística.
“Bañista” de Bouguereau
“Honeymoon Nude” de John Currin
En esta sala, cabe destacar una fotografía de una muchacha cual venus en la orilla del mar, de mirada inocente, asustadiza y que se cubre tímidamente con un bikini. ¡Erotismo 60tero total!*******
Otra mención de honor, desde mi sensibilidad es la obra de John Currin, también contemporáneo y que nos muestra una Venus muy adolescente, con una pose bastante manierista, incluso idealizada y una técnica bastante cuidada, que contrasta con cierto halo altamente actual de la composición.
- EVA Y LA SERPIENTE
De nuevo, donde hay una pulsación altamente sexual por parte de Eva hacia el objeto de deseo, la manzana, siendo el susurro tentador el de la serpiente. Pero otra vez, el antagonista de Eros aparece bajo la forma de dios, que castiga a la misma. Sin embargo, el poder erótico siempre adormece las fuerzas de Tánatos y las utiliza: Eva se adueña de la serpiente, convirtiéndola en su arma hipnótica y fatal.
Así se muestran la mayoría de las Eva presentes en la sala, desde la mezcla entre lo naïf y el exotismo de esta “Encantadora de Serpientes” de Henri Rousseau, hasta las escenas más opresoras pero igualmente seductoras, fatales del modernista Franz von Stuck, mi gran descubrimiento de la muestra:
“Encantadora de serpientes” de Henri Rousseau
“El pecado” de Franz von Stuck
Mención de honor para este Franz von Stuck, casi de forma extrapolable al reste de su legado en la exposición. En este caso concreto, a primera vista la obra se nos presenta con la seducción, voluptuosidad del modernismo, pero la mezcla de colores vivos, rojizos con los negros más misteriosos casi nos confunden con razgos expresionistas. Pero no, es rojo del sexo, negro de la muerte y el misterio con la fatalidad de la serpiente. Coronadores de una alegoría, propia del simbolismo vinculado. La representación realista, de gran carga erótica la hacen toda una Femme Fatale. Sí, extrañamente falta la bidimensionalidad propio de muchos de su estilo, pero ya se observa en el resto de su obra. Por eso quizás, esta esté más cercana al simbolismo que al parnasianismo.
- ESFINGES Y SIRENAS
El misterio hierático materializado en un monstruo con torso de mujer, alas y cuerpo de leona, erotizadora con acertijos, culmen final en (petit) morte para uno de los de la seducción dialéctica.
El enigma en una contorsión imposible se reconfigura en una escultura, que te mira más allá de los ojos, preguntándote el hipnótico acertijo. Así, impasible se muestra la “Esfinge (Venus)” de Marc Quinn:
Pero igual de hipnóticas son las sirenas con sus cantos, lirismo erótico que encierra el naufragio, la muerte en el agua. El agua, el mar, el océano, las profundidades de la sexualidad.
“Ninfa marina” de Sir Edward Coley Burne-Jones
“Ninfa marina” de Sir Edward Coley Burne-Jones, que de nuevo nos hace una trampa, cual sirena, y nos hace pensar en un primer momento en una pintura bastante más posterior a lo que es el prerrafaelismo, corriente en la que se suele encauzar al pintor.
Y en la misma sala encontramos una fotografía, guiño a una composición de John William Waterhouse, otro prerrafaelita, quizás uno de los más exquisitos técnicamente hablando notándose el neoclasicismo del que proviene. Para más sorpresa, la fotografía de Tom Hunter pertenece a los fondos del DA2, museo de la ciudad que me “acoje”. Una pena que no haya encontrado la imagen para mostraros, pero sí la fuente de inspiración:
“Hylas y las ninfas” de John William Waterhouse
- TENTACIONES DE SAN ANTONIO
Tras una autocastrante decisión ascética, el retiro no es camino suficiente para librarse de la influencia de Eros, que esta vez juguetón, travieso o hasta perverso le ofrece reconfigurado en Diablo más de una visión, más de una tentación.
de Franz von Stuck
“La tentación de San Antonio” de Cézanne
Pero es Antonio Saura, quien se lleva la palma con sus composiciones. Es perfecto para representar lo que una “ilusión” o “alucinación” es, además bastante tentativa y por tanto muy sanantoniana. Desde lejos, cuando lo ves con el rabillo del ojo, te preguntas qué hace en esa sala algo que tiene mucha pinta de informalismo… Te paras, miras de frente poniendo el ojo y empieza la alucinación, entre tanta red policromática se entrevé de forma vaga formas eróticas, mucho color carne. No solo se ven esas vagas formas eróticas, sino que van cogiendo forma cada vez más realista… ves que en la base de la composición hay fotografías eróticas muy 60nteras. Simplemente genial.
- EL MARTIRIO DE SAN SEBASTIAN
Et voilà, uno de los iconos gays más recurrentes, el pobre San Sebastián, receptáculo de lluvia de flechas de sus propios soldados; la muerte y la sumisión casi engrandece aún más la belleza del mártir.
Episodios de tormento, luz y sumisión son aportados por Gustave Moreau, que al igual que en su esfinge de la sesión anterior, contrapone nitidez del primer plano, con difuminadas y turbulentos paisajes. En este caso, prima además la expresión del mártir, entre aterrorizado, triste y resignado a-sumiendo su destino.
“San Sebastian” de Gustave Moreau
Y colocados de forma opuesta en la sala, se encuentra obra y revisitación. Ambas obras, por supuesto. Diferencias pocas, incluso parecen el mismo modelo. Si acaso, contrasta el tratamiento de la luz y quizás, la expresión de Irene de del Cairo, es más ensimismada e incluso de más deseo. Su versión contemporánea es más inocente. Por todo ello, por el misterio dela luz y la expresión de los personajes, yo me decantaría por el barroco. Una delicada exquisita sensualidad.
“San Sebastián curado por Irene” de Francesco del Cairo
“La herida” de Edouard Levé
- ANDRÓMEDA ENCADENADA
Pero en el caleidoscopio erótico también encontramos los momentos de sumisión y bondage en la figura femenina, encarnada en la Andrómeda. Desde otra perspectiva es el sacrificio sexual impuesto… o voluntario.
Y aquí tenemos una foto genialísima de Hans Bellmer, surrealista y altamente sexual donde Andrómeda encuentra totalmente expuesta, sin poder ofrecer resistencia alguna, al monstruo. Aun estando atada, inmóvil en una parte, su sexo y las curvadas piernas se encuentran totalmente descubiertas, flor de toda feromona. Pero el fetichismo se difunde más allá de esto: Andrómeda es un ser dual entre una figura humana y una muñeca, un maniquí, un objeto.
de Hans Bellmer
También cabe mencionar a John de Andrea, con su escultura sintética a medio punto entre el aspecto carnal y el de plástico nos da la visión, quizás más actual artísticamente hablando, en la sala, de la heroína griega. El contraste no sólo refleja la vulnerabilidad de la expresión que nos puede llegar a atraer, sino que antitéticamente la textura sintética produce cierto rechazo y casi repugnancia hacia la figura. En definitiva, decadencia.
Pero no todo va a ser lo contemporáneo o actual, como ya dije obras más clásicas también tienen lugar y podemos mirar a esta imagen, que se me antoja muy Romántica, de Gustave Doré. Difícil composición y escena enfocada desde el claroscuro, y lucha de lo oscuro, de lo oscuro con la nívea piel de Andrómeda. Lucha Eros-Tánatos, con la tragedia de la indefensa. Impulso apolíneo, impulso dionisíaco.
“Andrómeda” de Gustave Doré
Y finalmente, volviéndonos aún más fetichistas si cabe, hagamos mención del surrealismo español con esta “Máquina de coser electrosexual” con la que el amante, de una pasionalidad fría pero explosiva, quiere coser, poseer al deseado. Ritmo constante, perseverancia e impasibilidad. Sutil línea traspuesta en superficie esférica donde los horizontes entre parafilia, morbo y deshumanización del sexo no se distinguen ni se entrevé qué es continente y qué es océano.
“Máquina de coser electrosexual” de Öscar Dominguez
- EL BESO
Desde el más delicado al más voraz, o vampirizante capaz de inundar, fagocitar al otro. Labios, labios y dientes, labios-dientes.
La suavidad se vuelve instinto y hierve en una lucha de posesión mística.
Y María Martins, se merece toda una mención en la sala, con su escultura, que si no recuerdo mal, se llama “Lo imposible”. Lo más brutal en la sala con diferencia.
“Lo imposible” de María Martins
Pero también cabe mencionar el paralelismo que personalmente encuentro entre esta pintura muy “neoexpresionista” de Marlene Dumas y “Vampire” de Edward Munch, también presente en la sala.
“Vampire” de Edward Munch
fotografía a la obra de Marlene Dumas
Y claro, los besos, también pueden ser más sutiles, suaves o menos violentos, no por ello menos intensos como se presentaba una serigrafía de Warhol, o el simbólico “Los amantes” de Magritte.
Finalmente, para acabar la exposición acaba en una sala con 3 vídeos, quizás los 3 del mismo autor, pues tenían cosas en común. Sin embargo, me centré en mirar en la oscuridad el nombre del autor de uno de ellos. Y se trata de Bill Viola, en el que muestra en el vídeo en cuestión dos amantes sumergidos, grabado desde la superfície aérea. Movimientos suaves, ondulados y calmados. Besos, respiraciones fuera del seno del líquido… Sencillamente: erotismo en estado puro. Y no sé por qué, me recordó un poco a ciertas imágenes de “Lucía y el Sexo”.
En definitiva, mejor sabor de labios no pudo dejar la exposición en general, y precisamente miel en los mismos dejó al no poder visitar la otra mitad en la Fundación Caja Madrid. Otra vez será, bien es sabido que “todos vuelven”.
Pero sí que es cierto, que otros ni siquiera vinieron, véanse un beso, una expectación de Klimt, o unas tentaciones de San Antonio de Dalí… y de hecho, aprovecho y expongo un dibujo a bolígrafo que hice hace años de tal pintura; que no nos falten tentaciones!
Y tampoco puedo parar de hablar del Bataille, que no deja de intrigarme con sus “Las Lágrimas de Eros”, que tengo que leer cuanto antes. Se me antoja tremendamente apetecible e interesante.
¿Alguien quiere un beso, o un mito?